El frío, la amenaza meteorológica y la ausente campaña publicitaria, hicieron que el auditorio se reduciera considerablemente, pero de todas maneras salí al toro, como si fuera un día como cualquier otro (aunque todos sean diferentes y especiales).
Sufrí con cada sorteo de los géneros, pero al final parece que uno desea algo fuerte fuerte fuerte se cumple. Las historias fueron rebuscadísimas, con muchos robos al lenguaje cinematográfico y a varias películas. Estaba casi regalando el concurso, dado que era la última oportunidad.
Con respecto al monólogo, no sé qué decir. Estaba en onda, con pilas y todo eso, pero me sigue resultando ajeno ese monólogo que escribí con mis propias manos y que tanto sudor me costó. Por suerte, ya no volverá.
Ahora sólo queda una función. Luego, la nada misma.
Gracias Chapa y Boshi. Por ser tan buena onda con alguien que ni siquiera conocen...
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