17/5/08

Mención especial

Debo decirlo: el público que asistió a la tercera función fue espectacular. No sólo por el hecho de que la sala rebalsaba de gente, sino porque entre todos conformaban el ideal de público.

Se rieron de cada uno de los chistes, incluso de los más sutiles ("De noche combato la injusticia y de día soy abogado") y me perdonaron todos los errores.

Incluso aquella gente que se acercó a El Escudo de casualidad, sin saber que era mi cumpleaños, se prestó al juego y se permitió disfrutar, dejando de lado la seriedad que requiere presentarse a un teatro a ver un unipersonal que no sabían ni de qué se trataba.


La energía existe, y se transmite. Un aplauso en los primeros segundos en escena valen másque 2 meses de ensayo. Por lo menos para un espectáculo como éste. Uni-personal y muy-personal.


Ojalá se repita.

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